Tuesday, June 3, 2008

El duque de Chivo Loco


"Nadie pretende devaluar nada. Lo único que se cita son las circunstancias que establecen los mismos estatutos del Santo Sepulcro y de Malta. Lo que dicen sus mismas normas y lo que la historia refleja. Pero no se trata de hacer un juicio ofensivo para nadie."

"En el Santo Sepulcro, por Estatutos, hay Honor y Devoción (cuatro apellidos), Gracia y Devoción (primer apellido: varonía pura), y Gracia Magistral (ningún apellido).Es el mismo sistema de Malta.
"Las variantes se deben a padrinazgos y dispensas."

"La pertenencia a una Orden, en Gracia Magistral, ni da Nobleza ni mucho menos la trasmite a la descendencia.
"Y la pertenencia como Honor y Devoción (cuatro apellidos) o como Gracia y Devoción (agnación pura), según sea el número de cuarteles probados, no ennoblece "per se". La Nobleza YA se tenía y por eso se acreditó.
"A la Santa Sede, desde Paulo VI, dejó de importarle la cuestión nobiliaria. Hasta la Guardia Noble fue disuelta en ese Pontificado, con el comprensible "rammarico delle famiglie" Orsini, Colonna, Odescalchi, Serlupi, etc..
"Las Ordenes tienen sus propios estatutos. Estos son los que regulan la condición de ingreso.
Mucho cuidado: creer que entrar a Gracia Magistral da Nobleza trasmisible a la descendencia puede costar una gran decepción después. Más vale estar conscientes de que NO ES ASÌ."


Así lo había entendido, así lo sabía Yo. Dichas miríficas verdades las prodigaban los labios de este devoto de Franco, de este señor del ducado del Chivo Loco, de este mi súbdito y amigo, estrella de las más brillantes en el firmamento de la abajeña corte real.

Pasamos toda la tarde en amena y heráldica tertulia. A tan noble varón, que me había deleitado con sus hazañas al descubrir cuantas joyas tenía la benefactora del templo de los ángeles, de decirme la talla de calzones que usaba el obispo Díez de Sollano, de a qué burdel asistía Luis Long, a tan noble varón, contaba, el muy ínclito duque de Chivo Loco, inclusive yo había prometido dos cosas: un heraldo quien, anticipándose a su marcha, fuese expresando en voz muy alta y rotunda los títulos nobiliarios que esta eminencia del Gotha abrazaba en su azul rey sangre, y un rocín que lo dispensara de andar las aceras bachudas.

Ello tan sólo para que la gente del mi reino, la perla del bajío, le rindiera pleitesía mediante caravanas, genuflexiones, ósculos en la mano, reverencias en general todas.

Ya era entrada la noche cuando se despidió de mí con su característica caravana. Tras reverenciarme con un beso lenguoso en la sortija real, insistió en no ser escoltado hasta la puerta.

Al irse el duque, ordené a uno de los guardias reales que me trajera una guacamaya con una cebadina muy helada y luego de mi valium y mi prozac, después que las doncellas hubieron preparado la alcoba, de leer maxgüel y www.indiceleon.com y, como el valium triple no funcionaba, León: trayectoria y destino, obra de Marianito Gonzades Leal, duque de Chivo Loco, me dispuse a entrar en el mundo de los dulces sueños abrazada a una íntima añoranza.

Era de madrugada cuando desperté gritando.

Eso fue inmediatamente luego de que a lo mejor en un sueño bruscamente trunco, por lo mismo ya olvidado, yo entregaba mi real cuerpo a un frenesí de jadeos sublimes y rostro desvanecido ahora en mi recuerdo ausente, pero que deseado como el de... (¡Oh, Vekemans, vuelve a mí!)

Inmediatamente luego, contaba, de abrir mis ojos a la penumbra, mi grito hizo huir al esperpento cuya figura lechosa apenas alcancé a seguir en su fuga hacia un rincón del vestidor real.

-¡Otra vez tú, maldito mil veces Gólum!

Sólo el silencio y las sombras dieron cuenta de mi exigencia.

En la oscuridad palpé la humedad viscosa que escurría desde mi flor del placer hasta mojar la seda de las rojas sábanas. Distinguí entre los vellos de mi flor otros ajenos y que se prolongaban hacia el escondite del íncubo.

-¿Y si no fuera Gólum? Él carece de cualquier vellosidad.- Pensé conforme comenzaba a jalar los ralos pelos con la temeridad que da la rabia, ignorante de los peligros ignotos, posibles frente a la insegura identidad del lascivo.

-¿Y si fuera...? Mi mente quedó en completo pasmo. La curiosidad me orilló a seguir jalando.

Luego de uno, dos, cinco metros, mis manos habían acumulado algo que mi vista paulatinamente habituada a la osuridad distinguía como un ralo y cano montoncito, una pelambre similar al vello púbico de Sir Erreconerre Arraché, ese varón leonés que será eternamente famoso y recordado por haber puesto los invisibles huevos del león que está sobre el arco de la Calzada de mi reino en el centro del interés y el debate público.

"Hay que mandar fundirlos y agregarlos a la broncínea estatua", clamaba Erreconerre en aquellos días. "Los leoneses no somos dignos de un león que símbolo, efigie de la ciudad, nos represente eunuco, putón, castrado,..." Hoy día todos sabemos que Erreconerre Arrache confundía la anatomía del monarca de la selva con la del perro, y que por tanto un león no exhibe los así llamados gumaros por la plebe bajo el rabo sino,... Pero me distraigo de esta historia espeluznante.

Contaba yo que el tedio de jalar y jalar a la vez que disminuía mi temor y susto, al mismo tiempo que colmaba mi curiosidad, conforme aumentaba mi furia, obligome a saltar del lecho real empuñando mi cetro para descubrir y aplicar una cruel penitencia al fornicario intruso de una vez por todas.

-¡Ahora sabrás quien es tu reina, hijo de la gran siete!

No comprendo cómo olvidé llamar a la guardia real comandada por Lord Cerebro de Vaca. Acaso inconcientemente los supuse como siempre entregados a sus vicios. Y tanto, que ni mi gritó angustiado oyeron. Pero eso lo comentaré en otro post.

Fuere como haiga sido, encendí la virgen de la luz y con la fuerza de mi valentía encaminé mis pasos hacia el vestidor. Lo último que recuerdo antes de perder la conciencia es esta imagen:
Al volver en mí, estaba no en el suelo sino en el lecho real. No desnuda sino vestida con el disfraz de niña que usé en una fiesta ad hoc del grupo Oasis. Todo lo demás en la amplitud de la alcoba estaba en orden. Todo salvo un largo y cano pelo que se extendía por debajo de la puerta cerrada. Cerré los ojos. Los abrí. Tomé de nuevo otra dosis de León: trayectoria y destino, los volví a cerrar.

Cuando desperté, el pelo todavía estaba ahí.



1 comment:

Dacrux said...

ultimo post que leo aquí el día de hoy :P

hace poco lo vi en televisión resolviendo el acertijo que a nadie deja dormir, de donde proviene que somos panzas verdes, diciendo que prometía dar el verdadero origen, lo dijo al principio que existen 2 orígenes probables recoger lechugas y cargarse cueros, y al final absorto y sin poder discernir la realidad del entorno me volvió a dejar con las 2 versiones hahahahahaha y ahora que lo mencionan creo que hay mas pelo del normal en mi lavabo.